El día que regalé todos
mis chándales…
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Es curioso como los
seres humanos buscamos excusas para todo. Mi excusa perfecta para usar el
chándal, casi como un uniforme de trabajo, era “la comodidad”. En aquel
entonces los días caían del calendario sin sentido, el dolor físico me estaba
consumiendo y me escondía entre anchísima ropa.
Pues sinceramente
estaba peor, esconder mi cuerpo no era la solución. Pero entonces llegó el día de
la revelación, ¿no os ha pasado nunca?, de repente algo te ilumina y ¡zas!
tomas una decisión, y la llevas a cabo.
Una mañana vacié mi
armario, doné todos mis chándales y empecé a mostrar mi cuerpo tal y como era,
apartando mis complejos y miedos. Los miedos también afectan y a veces como
mujeres preferimos pasar desapercibidas a ser el blanco de miradas
desagradables (ese tema requeriría otra entrada, ya hablaré de ello más
adelante).
Mi revelación tal vez
fue ocasionada por esas conversaciones que sin querer escuchas cuando compartes
el transporte público. Dos mujeres hablaban de lo bien que se sentían sin hacer nada los domingos con su chándal
puesto, ambas se pasaban toda la semana “de punto en blanco” en su trabajo y “los
domingos de chándal” eran una liberación para ellas. Entonces comprendí que
para mí el chándal era una esclavitud y que podía gastar otro tipo de ropa de
“sport” y disfrutar del resto de ropa todos los días.
imagen de www.ibicasa.com |
Es un proceso lento, el
volver al mundo que frecuentabas antes y mostrarte de nuevo a los demás. Vas
dando pequeñas pinceladas, un día te miras al espejo y te gusta lo que ves,
otro día te pintas los labios y al otro sonríes sin darte cuenta. Son minúsculos detalles que refuerzan tu autoestima y te ayudan a llevar mejor otros aspectos
de tu vida.
Y en este proceso, te inspira mucha gente sin tú darte cuenta y a la inversa también ocurre “muchas
personas llegan a tu vida y no saben el cambio tan importante que producen en
ella”. Paso a paso tu autoestima mejora y empiezas a brillar por dentro y por
fuera.
Continuamente pasamos
por malos momentos en los que es fácil abandonarse, pero pienso que es importante
sacar un poquito de fuerza e intentar vernos bien, no por los demás si no por
nosotros mismos.
Conclusión, chándal sí…pero
con moderación. Con lo variada que es la ropa ¿por qué quedarse sólo con una
prenda?
Hay que ver lo extraños
que son algunos plurales, no consigo hacerme a la palabra chándales (de chándal
terminado en –l forma el plural con –es), lo he buscado por si acaso, ya que me
sonaba tan raro.
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