sábado, 13 de septiembre de 2014

El día que regalé todos mis chándales...

El día que regalé todos mis chándales…

 imagen de mividaentuventana.blogspot.com
Es curioso como los seres humanos buscamos excusas para todo. Mi excusa perfecta para usar el chándal, casi como un uniforme de trabajo, era “la comodidad”. En aquel entonces los días caían del calendario sin sentido, el dolor físico me estaba consumiendo y me escondía entre anchísima ropa.
Pues sinceramente estaba peor, esconder mi cuerpo no era la solución. Pero entonces llegó el día de la revelación, ¿no os ha pasado nunca?, de repente algo te ilumina y ¡zas! tomas una decisión, y la llevas a cabo.
Una mañana vacié mi armario, doné todos mis chándales y empecé a mostrar mi cuerpo tal y como era, apartando mis complejos y miedos. Los miedos también afectan y a veces como mujeres preferimos pasar desapercibidas a ser el blanco de miradas desagradables (ese tema requeriría otra entrada, ya hablaré de ello más adelante).
Mi revelación tal vez fue ocasionada por esas conversaciones que sin querer escuchas cuando compartes el transporte público. Dos mujeres hablaban de lo bien que se sentían  sin hacer nada los domingos con su chándal puesto, ambas se pasaban toda la semana “de punto en blanco” en su trabajo y “los domingos de chándal” eran una liberación para ellas. Entonces comprendí que para mí el chándal era una esclavitud y que podía gastar otro tipo de ropa de “sport” y disfrutar del resto de ropa todos los días.
imagen de www.ibicasa.com
Es un proceso lento, el volver al mundo que frecuentabas antes y mostrarte de nuevo a los demás. Vas dando pequeñas pinceladas, un día te miras al espejo y te gusta lo que ves, otro día te pintas los labios y al otro sonríes sin darte cuenta. Son minúsculos detalles que refuerzan tu autoestima y te ayudan a llevar mejor otros aspectos de tu vida.
Y en este proceso, te inspira mucha gente sin tú darte cuenta y a la inversa también ocurre “muchas personas llegan a tu vida y no saben el cambio tan importante que producen en ella”. Paso a paso tu autoestima mejora y empiezas a brillar por dentro y por fuera.
Continuamente pasamos por malos momentos en los que es fácil abandonarse, pero pienso que es importante sacar un poquito de fuerza e intentar vernos bien, no por los demás si no por nosotros mismos.
Conclusión, chándal sí…pero con moderación. Con lo variada que es la ropa ¿por qué quedarse sólo con una prenda?
Hay que ver lo extraños que son algunos plurales, no consigo hacerme a la palabra chándales (de chándal terminado en –l forma el plural con –es), lo he buscado por si acaso, ya que me sonaba tan raro.
Aquí termina mi insulsa entrada, mi inspiración debe estar de fin de semana…



imagen de atipicaliving.blogspot.com

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