El tiempo no se detiene para nadie, y es difícil seguir el ritmo de los que
van más rápido, quizá sea porque no compartimos las mismas capacidades, ni la
misma inteligencia o tal vez no arrastramos las mismas circunstancias.
Es ese sentimiento de llegar a la meta faltándote el aire, cuando ya han
pasado todos y tú has hecho el mismo recorrido pero en un tiempo diferente.
Ese agotamiento en el que lanzas tus zapatillas, te secas el sudor y
resoplas y ya no puedes más, esa sensación de frío en el pecho al respirar, el
ardor de tus piernas que te sostienen, tus mejillas alcanzando ese color rojo
casi violáceo y esa impotencia tan grande que lo invade todo.
Y es lo que pasa, que nadie te espera; pero tienes la fortuna de haber llegado,
porque están las personas que no alcanzan la meta, que se quedan en el camino y
tal vez en el olvido.
Y tanto recorrido ¿para qué?, para ver pasar los días como las hojas secas
que van cayendo, para intentar avanzar y toparte contra un muro, para llegar y
quedarte “a las puertas” de todo.
Foto del Blog Tiempo Perdido |
Y el tiempo no te espera y pasan los años y tú pasas con ellos y se alejan
cada vez más tus metas………… entonces es cuando escuchas que has elegido mal, que
no haces lo suficiente, que la suerte has de buscarla que no te llama puerta,
vamos que ya antes de nacer deberías haber hecho cábalas para tomar tus
decisiones futuras. Pero las cosas son así, y tu escoges, a veces bien otras no
tan bien y como dice alguien a quien quiero mucho, “ahí lo dejo”.
Hoy lo veo todo en blanco y negro…
Foto del Blog Mírame bien |
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