La
noche ya se había colado en el aquel largo día, y a poco tiempo para llegar a casa
el momento se iluminó con un emotivo reencuentro.
Dos
coches estacionan apresuradamente a un lado de la carretera, baja una mujer de uno y un hombre del otro; corren a encontrarse y se funden en un
largo, feliz y reconfortante abrazo.
Y
mientras el tiempo se ha parado para ellos la vida sigue y una magnífica luna
llena ilumina el momento, las hojas secas caen al son del gélido viento y el
abrazo se difumina entre risas y preguntas que se van amontonando (¿cómo
estás?, ¡cuánto tiempo!, ¿qué tal te va?...)
Sigo
observando con todos mis sentidos hasta que el momento se aleja de mi vista y
suspiro…y entonces imagino... y una ráfaga de viento me devuelve a la realidad.
A
mí esas cosas no me suelen suceder, y hay personas a las que echas de menos y no
las encuentras así de repente, saliendo del metro, bajando del bus, esperando
a cruzar la calle…pero igual...
Es más fácil encontrarte con alguien a quien no te apetece nada ver... :/
ResponderEliminarAbrazotes, Abril.
¡Vaya que sí! Y si pudieses te evaporarías en ese instante.
EliminarOtro abrazote para ti.