Últimamente estoy bastante quemada y ¡vaya mierda! es mi
consigna.
Sé que es importante ser optimista pero me mosquea esa teoría
de “rodéate de gente positiva, alegre, etc.”. Es algo que oigo
constantemente, incluso alguien me dijo que los psicólogos lo recomiendan.
Y muchas veces sucede, nadie quiere oír hablar de cosas malas o
negativas, y realmente lo notas en sus caras, en sus evasivas y en lo
rápido que cambian de tema.
Pues sí su Señoría, soy culpable de ser negativa, de sentir que mi
vida es una mierda, un mojón, un zurullo, llámalo como quieras, tampoco
me voy a poner muy escatológica, ¿no?
Bueno un inciso más sobre el tema marrón, a veces me siento como
esa caquita a la deriva que observas con el rabillo del ojo mientras disfrutas
de un baño en la playa, vamos que flota pero sigue siendo eso, "una
mierda", no puedo ser más gráfica.
También soy culpable de guardarme lo malo, y acabar hablando de cosas
insustanciales para no ofender al prójimo por mí dañina falta de optimismo.
Pues lo siento, lo malo y lo bueno conviven y no puedes estar continuamente
nutriendo tu vida de personas positivas. Mi vida es la que ves, ¿qué debo
hacer? ¿inventarme una nueva y pintarla de rosa? Y ya que estamos,
invito a los “osos amorosos” y compartimos nubes de algodón de azúcar.
Así de claro lo digo ¡vaya mierda!, los recursos mentales
se van agotando y ya no sé qué puedo hacer. He llegado a pensar en llamar
al teléfono de la esperanza. También necesito que me escuchen.
Tan de solidarios y solidarias que vamos y al final
nadie quiere escuchar los problemas de los demás. Y por eso
escribo, para desahogarme un poco.
Vale, intento ser positiva cada día, al menos no quejarme tanto. Pero
tampoco voy a pasar por alto la realidad de mi situación.
Hasta aquí mi pobre entrada escrita desde la frustración de ver los días
pasar y que todo siga igual.
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