Hoy había quedado con una amiga
para ir a caminar, llámalo intuición o llámalo sucesivos plantones ya imaginaba
que al final me tocaría irme sola. Y así ha sido, pero bueno, he decidido
seguir mi marcha y he improvisado una nueva ruta que me ha llevado del pueblo a
la ciudad. Ha sido genial.
He disfrutado de un trayecto
agradable, sin calor y encantada con el paisaje. Haciendo fotos sin que nadie
me diga que son una chorrada o repetitivas.
He llegado temprano a la ciudad
y me he tomado un café con leche y he leído la prensa, incluso he disfrutado
con alguna de las noticias.
Cuando han abierto las tiendas
me he comprado un tinte porque las canas han invadido mi cuero cabelludo y no
es algo que me preocupe, pero claro si se concentran todas en una mala área,
sinceramente no me veo muy bien. Encima he pillado una buena oferta y me he
llevado dos tintes.
Imaginaos un sábado de
septiembre por la mañana, éramos tres como sumo cuatro en la biblioteca. He
subido a la primera planta, he visualizado Narrativa en Castellano y he seguido
como zombi con hambre hasta llegar a la A, luego Ab, Ac, Ad,…All; Isabel
Allende. Y después de un vistazo rápido no he encontrado “El amante japonés”. Ya
lo imaginaba.
Y volviendo por el largo
pasillo, atisbo de reojo algo interesante y pienso “pues me va a venir bien
leer algo en mi lengua materna”.
Y repasando delicadamente cada ejemplar de la
estantería me he encontrado con este libro, mejor dicho, el libro me ha
encontrado a mí.
Y me lo he llevado y después he
emprendido la vuelta a casa, más feliz que feliz.
Así son las cosas a veces no
salen como las habíamos planeado y sin embargo nos encontramos mejores
resultados y experiencias más gratas.
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